enero 10, 2022

El Homeschooling, el Teleworking y demás crónicas de una Pandemia

 Voy a escribir esto a manera de desahogo, hoy después de mucho tiempo dije ¡estoy harta!.

Hace ya casi dos años que apareció el famoso SARS-COV2 y se niega a irse. Este bendito bicho cambió todo lo que conocíamos y el cómo nos relacionábamos con las personas, nos trajo nuevas modalidades de trabajo y educación... y ciertamente más cansancio. 

Antes de: me organizaba tan bien, que hasta me quedaba un poquito de tiempo para mi, y ahora: no me queda tiempo para nada. Quizás me dirán... ¨levántate más temprano...¨, pero la verdad es que la mayoría de los días me despierto a las 5 am y me voy a dormir alrededor de las 11pm.

Hoy hice el comentario ¨no veo la hora de que Saúl ya se vaya a clases, estoy harta de sus clases virtuales y harta de su maestra con sus trabajos manuales¨, obtuve una respuesta ¨alguna habilidad desarrollarán los trabajos manuales, ¿verdad?¨, y si... yo sé que desarrollan habilidades motrices y blah blah... pero juro que son una tortura, porque la mayor parte de las veces debo estar con una mano tratando de ayudar al niño con sus trabajos didácticos y con la otra redactando oficios o correos. No soy profesora, y no tengo la paciencia infinita de ellas/os para realizar estas cosas. Lo cierto es que no odio a la maestra de mi hijo, odio el Homeschooling. 

Todo era más fácil cuando el llegaba ya con sus trabajos medio chuecos, con su carita sonriente y el pecho lleno de orgullo, y yo como mamá del nuevo siglo me derretía y subía una foto a mis redes sociales. Sin embargo ahora solo pienso para mis adentros ¨Quiero que se vaya a  clases presenciales ¡ya!¨, pero luego me entra el miedo del bicho este... y sé que no es totalmente seguro, y a pesar de que no se me pasa... me comienzo a sentir culpable, y trato de pensar en otra cosa. 

Ya perdí la cuenta de las veces que le he gritado a mi hijo por culpa del estrés, porque se distrae en clases cuando yo me volteo por un minuto a hacer alguna otra cosa, porque quizás no siguió las instrucciones o porque no trabajó lo suficientemente rápido, y después de eso viene... más culpa. 

Por otro lado están las terapias de Valerie, a veces me quejaba del tráfico y el sol, por tener que conducir cuando acababa de almorzar y quería descansar un poquito... pero nadie me había dicho que las terapias en casa eran más cansadas. ¨Pero si no tienes ni que salir de casa¨ dirán ustedes, pero lo que no saben es que tener terapias en casa implica el tener que limpiar el piso para que esté impoluto para que la nena pueda hacer sus terapias, significa también estar con un ojo en ella y el otro en la computadora... y uno más en la clase de su hermano... implica tenerla lista super temprano porque sino la organizacion del día  se desbarata, y yo termino más estresada. Significa también cocinar a as 5 am, porque sino el tiempo no rinde. 

Y el teletrabjo... creo que aquí todos comprenderán... están los que se antojan de trabajar justo al momento que uno está almorzando, los que te llaman fuera de hora de trabajo, los que te llaman o escriben antes (mucho antes) de la jornada de trabajo, y está la interminable lista de cosas por hacer. 

A veces quisiera que la semana tuviera más días laborables... o más días de descanso para poder dormir hasta tarde y pasar un poquito más despreocupada, pero eso es algo que sabemos no va a pasar, y no pienso sacrificar mis fines de semana por trabajo.

Para este punto ya se me ha bajado un poquito el estrés... y ya no sé que escribir.


Solo puedo decir que quisiera tener una semana de vacaciones, desconectada del mundo y viendo nada más que naturaleza, con una niñera que se ocupe de los niños... para que yo pueda estar arreglada y relajada y pueda sacar fotos espectaculares para las redes sociales, hablando de lo maravilloso que es la maternidad... ja! no va a pasar, y la maternidad tiene su lado bonito, pero siempre he sido sincera y digo a quien pregunta la verdad ¡es caótica!


Me despido por ahora, hasta que deba hacer otro desahogo...